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viernes, 30 de noviembre de 2012


MI VIAJE EN GLOBO

Tomada desde el globo donde yo iba
Fue un regalo de cumpleaños y me sentía como David Niven en la peli “La Vuelta al mundo en 80 días”. Aunque pensándolo fríamente ahora, tal vez me pareciese más a Cantinflas...que pena. Pero bueno, yo iba en un puto globo. Allí arriba, en el más absoluto de los silencios, deslizándome suavemente por las corrientes de aire. Así es montar en globo.

Dando fe de la hora del despegue
Todo empezó un domingo ¿o era sábado...? No me acuerdo. Pero sí recuerdo tener que levantarme a las 5 de la madrugada para estar en Segovia a las 7 de la mañana. Me cagué en todo lo cagable. Y estuve esbardallando y bufando todo el camino, preguntando a los todos los dioses y a los 4 vientos, que si no sería posible viajar por sus dominios más tarde. Que si a las 11 de la mañana cierran el cielo o algo así. ¡Qué rencor!

Llegamos medio zombies al lugar del despegue, y ya había un montón de mataos, ejem, perdón, gente que, como nosotros, también se habían dado un madrugón del copón para hacer una pequeña travesía en globo. 
Estuvimos pululando un rato entre los globos que estaban a medio hinchar sobre el campo, haciéndonos fotos y rezando para que no nos tocase ningún frikie en la misma cesta (no colaría que fuese un accidente).
Por fin descubrimos en qué globo iríamos y quién sería nuestro "piloto". Nos juntamos con el resto del grupo y escuchamos atentamente lo que nos contaba el monitor que manejaría el globo. 


Ahí podéis ver los asideros de cuerda
Aquí se ven las secciones
No hubo nada complicado de entender. El hombre nos fue estibando en la cesta en el modo que él creyó más conveniente.  El caso es que no es como se ve  en las pelis, que uno campa a su voluntad por la cesta, como Fräulein  María canturreando y danzando por los alpes austríacos, si no que está dividida en secciones. En concreto 5. Una central, donde va el piloto, y a ambos lados de ésta hay 2 cubículos a la derecha y 2 más en la izquierda, donde caben 3 y 4 personas respectivamente. Y al otro lado una disposición a la inversa: 4 y 3, para equilibrar. Una vez dentro nos dio una orden muy sencilla para el momento del  aterrizaje: ponerse en cuclillas de espaldas al sentido de la marcha, sujetándonos en unas agarraderas que había en el interior de los cubículos a la altura de las rodillas e inclinarnos hacia atrás, para ayudar a frenar. Hicimos una prueba para ver que todos lo habíamos entendido y por fin comenzamos a ascender.
Un despegue suave, muy suave, imperceptible, casi, el hecho de que no elevábamos en el aire. Realmente tardas un rato en darte cuenta de que asciendes, hasta que tomas algo como referencia, un coche en mi caso, y ves que las cosas empiezan a tener un tamaño muy pequeño.



Hablando de ovejas en rediles...

Allí estábamos, cual ovejas en un redil, en silencio, ascendiendo. De vez en cuando ese silencio era roto por el sonido del aparato que generaba la llama. Pero no había nada más. Solo silencio. Esto fue una de las cosas que más me impactó, aparte de las increíbles vistas que teníamos (como veis en las fotos), el silencio. Puede que suene raro, pero era un silencio atronador. Nunca había “oído” nada así. Y eso que me crié en una casa de campo, donde las noches son muy oscuras, frías y silenciosas; pero siempre hay algo que rompe ese silencio: grillos, ranas, un perro lejano aullando, el ulular del viento… o tu madre gritándote que ya está bien, que venga para casa, que está cayendo helada y te vas a poner enfermo… (y claro, vas y pones enfermo, ¡bruja!). En fin. Que no se oía nada. Ni el viento, ni pájaros, nada. Es más, creo que ni oía respirar a mis compañeros de cubículo. Era como cuando algo te sorprende mucho y te quedas petrificado, sin respirar, sin pestañear. Todo era quietud.

Sobrevolamos la catedral y un monasterio, luego ya nos dirigimos a una zona de campos en barbecho buscando un buen lugar donde aterrizar. Descendimos y fue el primer momento donde notas que vas en un “transporte” que se movía, porque realmente no tienes sensación de desplazamiento, a no ser que mires la sombra que proyecta el globo en el suelo y ves que se mueve. Salimos de la cesta y nuestro piloto nos dio instrucciones: 
- Ahora van ustedes desinflar el globo y a recogerlo. Se dividen en dos grupos y se pone a ambos lados. 
Y así lo hicimos. Empezamos a ponernos encima de la tela, con manos y rodillas (como cuando quieres quitarle el aire a una bolsa de patatas para cerrarla, pero a lo bestia); y una vez que ya estaba completamente vacío, volvimos al extremo superior (es este caso el más alejado de la cesta) y comenzamos a enrollarlo. Tras meter tooooooda esa cantidad de tela en un saco (que no te crees que ese globo de unos 40 y pico metros, quepa ahí) y subir la cesta al remolque, nos dieron un pequeño ágape: queso, jamón, embutidos varios y champán ¡JAJAJA! ¡Champán!- Ahora sí que me siento como David Niven, con toda su pompa y flema inglesa.

Ahí os dejo una pequeña selección de fotos. Espero que os gusten.


La llegada

Despegando











  










El poder jedi, MWAHAHAHA!!!



¿Y si lo pincho?



Maniobra temeraria pasando por encima de otro globo




¿A qué dan ganas de tirarse?




lunes, 12 de noviembre de 2012

2º ANIVERSARIO M & P


Dos años ya. Si señores. Hace un par de semanas que fue el 2º aniversario de boda de un amigo de  la infancia. Y hoy hablaré sobre ella. La más sencilla y más original a la que he ido nunca. 

Todo comenzó con una llamada de teléfono: RIIING!!! RIIING!!
-¿Si?- contesté.
-Hola S. ¿Cómo te va? -Dijo la voz de mi amigo M.
-Sin mucha novedad - le comento.
-Pues yo llamaba para decirte una cosa importante. Quería invitarte a mi boda.
-... (cri cri cri) - Silencio total.

Tras esa pausa teatral, indicadora de mi animadversión por este tipo de eventos, mi amigo se apresuró a decir:
-Escucha. Yo te explico.
-Entonces, ¿no me tengo que cagar en ti ni en tus ancestros? - Le digo en tono amenazador.
-No, no. Escucha. Nada de protocolo. Ni ceremonia religiosa. Ni trajes, ni regalos... nada de eso.
-A ver. Cuéntame, entonces. -Le digo mientras me siento en el sofá para escucharle.
-Mira. Será en el juzgado de Barcelona, y seremos entre 12 y 15 personas. Después cogeremos un microbus que hemos alquilado porque OS invitaremos, P. y yo, a todos a pasar un fin de semana en una casa rural con nosotros.
-¿En serio?- le pregunto atónita.
-Si. Y durante ese finde haremos algunas actividades, como montar en globo, ir a visitar un monasterio que hay cerca de donde nos alojaremos... lo que decidamos entre todos.
-¡Genial! ¡A una boda así me apuntaría a todas las semanas!- digo saltando del sofá y dando vueltas por el salón riéndome con mi amigo.
-Entonces ¿contamos con vosotros?
-¡Claro que si!

La conversación termina dándome la señas de la ubicación del juzgado y dándome la dirección web de la casa rural donde nos alojaremos el fin de semana, para echarle un vistazo al lugar. Que, por cierto, muy bucólico y pastoril, jeje.

Ositos solidarios

Y así fue. Una ceremonia sencilla y emotiva. Aunque la tía que la celebró se enrolló un poco, y mis amigos salen en algunas fotos con cara de "vaya peñazo"
Al terminar todo el rollo protocolario de firmas y fotos, el lanzamiento de arroz, nos fuimos todos al microbus que nos llevaría a la casa rural, que estaba a una hora y media de Barcelona city. 



Pequeño almuerzo para el camino

Mis amigos, muy previsores ellos, nos dieron unas bolsitas de UNICEF (pues como bien dijeron, era todo muy solidario), con un mini tentempié para el camino, pues la mayoría de nosotros tuvimos que hacer un largo viaje (en mi caso de 8 horas en coche) para llegar hasta allí. Tomamos asiento y nos pusimos rumbo a nuestro destino. Yo hice una par de fotos antes de abrir mi bolsita y ver qué me había tocado: dos pulguitas con pan de chapata; agua, chocolatinas y un osito blanco a modo de recuerdo.



La "tarta"

Llegamos y al bajar del bus nos esperaban unas mesas con unos entrantes buenísimos: mejillones, jamoncito serrano, quesito, vino... Pasado un rato el dueño de la casa nos invitó a pasar al comedor. Así lo hicimos, y fueron saliendo plato tras plato, a cada cual más bueno. Comimos, bebimos, charlamos y nos hicimos muchas fotos. Y, por fin, el gran momento: LA TARTA. Pero en lugar de eso nuestros anfitriones volvieron a sorprendernos con su originalidad: eran magdalenas de diferentes tamaños y con diferentes cubiertas de azúcar como adorno.


Original diseño

En el piso de arriba había unas magdalenitas (o cupcakes, para los más cool o modernos, para mi, magdalenas de toda la vida del señor) que cada una llevaba una letra encima formando el nombre de los novios. Y en los pisos siguientes, a medida que descendías, más "cupcakes" de mayor tamaño, y decoradas con una réplica de los trajes que lucieron los novios en la ceremonia.

Tras el postre, café y chupitos varios... fuimos a la parte de arriba, donde estaban las habitaciones. Subimos los equipajes, nos pusimos una calzado más cómodo y salimos todos a dar un paseo por la zona. Y así bajar la comida y hacer sitio para la cena.



Entrada
Después de cenar, el dueño de la casa nos preparó una de las estancias, una especie de biblioteca, con mesas de distintos tamaños, sofás y una chimenea, para hacer una mini fiesta. Llevamos las bebidas a ese bonito rincón, pusimos música y ¡a pasarlo bien!

En esto, aparece uno de los novios en pijama y zapatillas... WHAAAATTT???!!! Pero tío, eres lo peor,le digo. ¿Ni el día de tu boda vas a darlo todo hasta el amanecer? Deja que te haga una foto para la posteridad. Y es que mi amigo, tiene la     fama, bien merecida, de salir de marcha y quedarse dormido en cualquier sitio, como cuando apoyó la cabeza en un servilletero metálico y se puso a roncar O_O  




Piso de arriba
La fiesta seguía, el alcohol disminuía de nivel en las botellas, y empezábamos a racionar el tabaco. Entonces A. se acercó a mí y me dice al oído:
-¿Vamos a hacerles la petaca a la cama?
-¡Venga! -le contesto.
Nos desmarcamos con mucha facilidad, pues no fue necesario echar mano de nuestras capacidades ninjas de huida, pues la gente ya empezaba a estar un poco perjudicada. Subimos rápidamente a su habitación y entramos. ¡MIERDA! La cama llena de cosas: cojines, ropa, cosas de aseo...


-Espera - le digo a A.-Vamos a intentar recordar dónde estaba cada cosa para que no se note que ha estado alguien en la habitación.
-Vale,venga. 
Posamos la vista durante unos 30 segundos sobre la cama, y rápido les hicimos la petaca en su cama y volvimos a dejar todo tal cual. Bajamos a la fiesta y pusimos cara de haber roto un plato en la vida. MWAHAHAHA!!!


San Pere de Rodes
Al día siguiente nos levantamos, algunos con resaca y otros no. Desayunamos café y unos dulces típicos de la zona, llamados "bruñols". Los acababa de hacer la mujer del dueño de la casa. Sólo puedo decir una cosa: ¡¡¡RE-DIOSSSS!!! Qué buenos estaban. Nos gustaron tanto que nos hicieron otra tanda para el día que nos marchamos, para el camino.
Después de llenar la panza, subimos al microbus y nos fuimos de excursión. Visitamos el monasterio de Sant Pere de Rodes. Muy bien conservado y con unas vistas increíbles. Lo recomiendo.


Campanario
Joder! Acabo de ver el tamaño de esta entrada, y es super larga. Así que iré rematando ya. Me han quedado muchas cosas en el tintero que sería dignas de contar aquí. Pero creo que debo ir terminando.


Sólo me queda decir que fue una de las bodas más originales, sencillas, bonitas, que realmente disfrutas, tú con tus amigos y los novios con su gente. Y desde aquí les digo que si algún día celebran sus bodas de plata, o las que venga antes, que cuenten conmigo.





Gracias amigos. Os quiero un montón y espero poder ir a visitaros en breves.

Muchos besos,

S. 
Los novios