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sábado, 27 de abril de 2013

TORU COBAYOWSKY


Toru ha estado enfermita. Pobrecilla. Ha tenido una neumonía muy fea. Se le oía respirar al otro lado de la sala, en modo Darth Vader.



Estoy pochiña, snif snif



Un buen día mi cobaya, se me encaramó a la chepa. Entonces al estar tan cerca del oído noté una respiración rara. Sonaba a cafetera. Se lo comento a Bruce Lee. La coge, la acerca a la oreja y llega a la misma conclusión: suena raro. Miramos en internet, a ver si había que preocuparse o no. Y resultó que si. Que era mailisisisímo para una cobaya contraer alguna enfermedad pulmonar, y que era algo corriente en cobayitas jóvenes. Menuda putada... Llamamos al veterinario y allá fuimos. 

Efectivamente, neumonía, nos comenta el veterinario. La auscultó y dijo que no sonaba nada bien. Antibiótico al canto, vitamina C a tope y volver en una semana. Que tuviésemos paciencia al darle el medicamento por que no les solía gustar y tal y cual. Por suerte, yo venía curtida en tales lides. Cuántas veces no habré visto a mi abuela pelear con bichos enfermos, sobre todo perros, pinchándolos, dándoles medicinas, haciéndoles curas... Así que ya sabía el truquillo para no tener que martirizar al pobre animalillo, y que se tomase el jarabe asqueroso sin problemas. 

Así que empezó el ritual. Antibiótico cada doce horas, y vitamina C a gogó. 



Fisioterapia respiratoria
Oteando desde mi chepa






















En mitad del periplo personal de Toru hacia la recuperación, Bruce Lee recibió muchas malas noticias de compañeras del curro: "pues la mía se enfermó y se murió"; "nunca sobreviven a una neumonía" ...  Y cuando me lo contaba al llegar a casa yo me ponía en modo hostil y pensaba: muchas gracias por los buenos deseos, ¡agoreras de mierda! Toru se va a poner bien. Por que es como sus dueños: una luchadora nata. FUCK YEAH!

Una noche viendo una peli, la respiración de Toru empezó a sonar muy mal. Bruce Lee la cogió y comenzó a hacerle ejercicios de fisioterapia respiratoria (si es que al final, ir a la universidad sirve para algo). Estuvo un rato ayudándole a respirar, haciendo una pequeñísima presión sobre el pecho. Y en cuando terminó, la cobaya estornudó y soltó todos los mocos que la estaban jodiendo. ¡Muy bien Toru! Y el resto de la noche fue todo paz y armonía.

La tuve haciendo ejercicio todos los días. Que corriese, que saltase... nada de quedarse en un rincón en modo convalecencia; hasta conseguí que se pusiera a dos patas para pedir comida. Comida fresca y más ejercicios respiratorios que le ayudaban a movilizar toda la mierda de los pulmones y a expulsarla.






A la semana volvimos al veterinario y nos atendió una chica muy dicharachera. Entramos en la consulta y nos dice: a ver como está, porque en el informe ponía que pintaba muy mal. La ausculta. Nos mira y sonríe. "Está perfecta, ya no tiene nada". Bruce Lee y yo sonreímos y chocamos los puños. 

-De todos modos- continuó diciendo la veterinaria - seguid con el antibiótico dos semanas más y blablabla...

Salimos de allí muy contentos. Nos pusimos a bailar en medio de la acera diciendo: ¡Somos los mejó-res, somos los mejó-res! Mientras la gente nos miraba con cara de "están locos estos jóvenes".

Llegamos a casa y nos fuimos a tomar una cervezas para celebrarlo. Aprovechamos el día soleado para sentarnos en una terraza. La conversación entre nosotros era sobre la corroboración de que los animales se acaban pareciendo a sus dueños. Como la gata con calvas que vimos en la sala de espera, y era por que estaba muy estresada... no había más que ver a la dueña, una histérica de la vida. Normal que el gato se estresara, seguro que la estresabas tú, tonta del culo. Y otra con un perro patada, igual que su dueña, una niña patada..




Celebrándolo a tope



Por suerte nuestra cobaya tiene unos dueños estupendos de la muerte, que nunca se rinden, y por eso ella es una atleta, fuerte y luchadora.

El otro día, como ya veo que se va haciendo más grandota la ascendí. La recluta Toru Cobayowsky ha pasado de comedero pequeño a comedero grande. Normal que se curase, con las zampadas que se mete...

Así que hoy, queridos amigos, es día de regocijo. ¡Celebrémoslo con unos copazos!

¡¡¡SALUUUUUUUUUUUUUUUUUUD!!!




Recuperación 100%






viernes, 19 de abril de 2013


UNA DOCENA DE VIEJAS DETESTABLES


Si. Soy malvada y cruel, y odio a las viejas. No confundir con que odio a todo tipo de señoras pertenecientes a la tercera edad. Debo excluir del grupo de viejas detestables a las venerables ancianas, o a las abuelitas encantadoras que hacen ganchillo y te ofrecen un pedazo de bizcocho recién hecho cuando las vas a visitar. Mi odio es contra las viejas repelentes.

Así que aquí os dejo una lista de especies de viejas que pululan por nuestras calles, que me revienta cruzarme con ellas, y de las que debemos huir como de la peste, para no ser presa de sus perversas acciones o males de ojo.

1. La estirada: viejas glorias de la sociedad que se creen que aún son alguien. Ellas pasean todas encopetadas con su abrigo de marta cibelina o de astracán, calle arriba y calle abajo, con una mueca continua en la cara de estar oliendo un culo y mirando con altivez al resto de los transeúntes. Ellas se creen la Saritísima, pero tú las ves como la "Bim, Bam, Bum"

2. La acaparadora: estas son las viejas que cuando está lloviendo a chuzos, pasean con el paraguas por debajo de los balcones, y tú, pobre infeliz, que te ha cogido el chaparrón en plena calle y sin paraguas, te tienes que joder y mojarte como una gallina desplumada. Al final te sales del amparo que te ofrecía ese balcón, por aquello de no darle un empujón (que no será por ganas) y empotrarla contra el escaparate de la acera de enfrente. Yo cuando me cruzo con estas brujas siempre les digo: "si, eso, que no se moje el paraguas".

3. La rémora: esa puñetera vieja que no sabes por qué extraño motivo te persigue por toda la tienda. Mira lo que tú miras, toca lo que tú tocas y elige lo que tú eliges, para, al final, no comprar nada. Yo creo que solo es por dar por saco. Entonces la pones a prueba, coges un tanga negro, y va ella como un zombi detrás de un cerebro, ¿para qué coño querrá la fósil esta un tanga de encaje? Y lo peor de todo es que te va dando empujoncitos, como quien no quiere la cosa; tú te paras en seco, la miras desafiante y te vales del sentido para no darle un guantazo y sentarla en el suelo; pero ella sigue a su puta bola, enfrascada mirando minifaldas, por lo que tu cara de pitbull rabioso ha sido en balde. 

4. La jeta: es una de las que más odio. Esa típica vieja, que con el argumento de "hay que respetar a los mayores" se creen que pueden hacer todo lo que les salga del "moño", y como les llames la atención te ponen a caer de un burro llamándote maleducado e insultos varios típicos de momias rancias.

5. La conquistadora: a estas ya las ves venir. Entran en un establecimiento mirando para todos los lados con cara de despiste, y comienza con el ritual. Revolotea un rato haciendo que mira lo que va a comprar, mientras urde algún plan. Pregunta alguna tontería para deshacerse de un par de contrincantes; con esta táctica consigue que dos o tres señoras se enzarcen en una conversación trascendentalísima sobre las posturas sexuales de la Duquesa de Alba, y bajen la guardia al custodiar su turno en la cola; va sorteando gente (pues suelen ser de baja estatura y cuerpo menudo) y poco a poco va haciéndose con la pole. Y cuando te das cuenta ya le están poniendo cuarto y mitad de merluza, ¡hija de puta! 

6. La cafre: descendientes del búfalo cafre (Syncerus caffer) originario de la sabana africana. Al igual que sus antepasados, estas viejas suelen tener una envergadura considerable, extremidades fuertes y dos súper tetazas, que utilizan para embestir a sus víctimas. Usan sus generosos pectorales para ir apartando al personal de su trayectoria, como  Honda, el sumo del "Street Figther". El caso es que es difícil hacerles frente, porque suelen llevar una velocidad de crucero constante (que no detendrán ante nada), que sumada a la inercia generada por sus grandes pechos y a que atacan por la espalda, pues no las ves venir, simplemente te sientes arrollado como por un tren de mercancías. En cero coma te ha desplazado de tu lugar privilegiado en el puesto de los retales  a dos euros.



VIEJA DEL VISILLO (www.entretenimiento.es)




7. La alimaña: estas viejas comadrejas, son las típicas que se cuelan con total impunidad en cualquier sitio: en la cola del cine, en el banco, en la caja del supermercado, incluso en los puestos donde se coge número (método que hubo que instaurar por culpa de gente así, seguro). Tienen la puta desfachatez de discutir que ese no es TU turno, si no SU turno. Pero que me está contando, viejadeloscojones, en la pantallita pone 19 y YO tengo el 19. Pues aún tiene más que decir, la muy bastarda. Tú le das la espalda y la oyes rumiar por lo bajini. Y a ti te entran unas ganas de girarte y darle una hostia, de estas que suenan más de lo que duelen, para que cierre el puto buzón. Estas hostias solo hieren el orgullo, y el de la alimaña es infinito.

8. La arpía: es la típica vieja que todo lo sabe y todo lo gobierna. Normalmente es la que increpa o no deja hablar a su marido, y le hace callar dándole un codazo; la que llega de última a un sitio y empieza a organizar el cotarro: pues si voy después de usted, y usted va detrás de aquella señora... Quiere llevar el control de todo y al final lo único que hace es liar más el palangre, y que la gente ya no sepa si iba o venía o si iba a comprar 2 kilos de mejillones o un abrigo para el invierno.

9. La gallina clueca: no es mala, pero si muy molesta. Normalmente esta especie se mueve en manadas. Van hablando entre ellas, sin escucharse, a grito pelado. Quieren que todos sepamos que su hijo está en Londres haciendo no-se-qué, o que su hija se casó con un vestido carísimo como el de Lady Di. 
Ahora, haciendo uso de las nuevas tecnologías, podemos encontrarnos con gallinas cluecas solitarias que, teléfono móvil en ristre, van dando alaridos en el bus contándole a su amiga Finita que tiene un forúnculo en el culo. Existe un híbrido de esta especie, formado por la  simbiosis entre gallina clueca y vieja estirada; en este caso la conversación telefónica será de índole menos ordinaria y más de alardear de que tiene pasta, diciéndole a su "chica" como debe planchar la ropa, que no se olvide limpiar bien por debajo de las camas y que tiene que llevar a su perro Fifí a hacerse la permanente.

10. La tocahuevos: de esta especie hay mínimo un ejemplar en cada edificio. Es a la todo le hiede y nada le huele. Su única misión en la vida es incordiar. Necesita tocarle los huevos al personal para que su existencia tenga una razón de ser. Se queja por todo: que si tu cisterna hace mucho ruido cuando la usas, que si la despiertas cuando caminas por la casa (debe pretender que levites o algo así) y gilipolleces de ese estilo. Se las suele anular cerrándoles la puerta en las narices. 

11. La matutina: viejas que madrugan sin motivo. Esta raza es muy peculiar, pues bien es sabido que el que madruga sin motivo no es de fiar; además, yo me pregunto, cual es la razón que atormenta su conciencia que no las deja dormir y por eso se levantan tan temprano. A donde coño va una vieja carcamal a las 7 de la maña, ¡si no hay nada abierto! ¡Ni los bancos! Y se de buena tinta que hasta las 8 no reparten los números para hacerse lo del "sintróm".


12. La interpol: esta es la peor sobre las demás. Especie dañina y perniciosa. Es vil, es venenosa, es... una maldita zorra cotilla (Curiosam vulpes). La típica vieja que todo lo sabe, y a donde no llega manda recado. Siempre apostada en su atalaya (una ventana con un cojín) fisgando, sea la hora que sea. Luego, presa de un irrefrenable ansia, solo comparable a la sed de sangre de un vampiro, tiene que ir a metérselo en el culo a alguien (normalmente personas o parientes implicados en el acto observado). Este comportamiento no tiene otro fin que el de hacer daño y destruir la felicidad de los demás, para conseguir que su insulsa vida parezca mejor al lado de la desgracias que acaba de provocar a su víctimas. 
Algunas, tienen algo de alimaña, y se aprecia en su comportamiento huidizo escondiéndose tras el amparo de una cortina. Piensan que ese visillo tiene el poder de la capa de invisibilidad de Harry Potter, pero no. 

Espero que dentro de unos años no me caigan las soberbias encima, y entre yo a formar parte de alguno de estos grupos. Preferiría ser la pionera de un nuevo grupo como el de “viejas modernas que enseñan buen gusto musical a los jovenzuelos” o “viejas que han hecho ejercicio de jóvenes y si te dan un bofetón te falta cielo para dar piruetas”. Estaría muy, muy  bien







viernes, 12 de abril de 2013

VIVIR CON UN NINJA


Vivir con un ninja no es fácil. La verdad, es agotador. Todo el día debes estar alerta y en guardia, porque desde el rincón más inesperado puede surgir un ninja dispuesto a darte un susto, mojarte o tirarte una bomba de humo, y ésto último es literal.

Hay personas que tienen cualidades para el arte, la música, los estudios... y otros para el camuflaje y el sigilo. Andas por tu por casa, todo confiado en tu palacio de la tranquilidad, donde nada te puede pasar (o eso crees); cuando, de repente, surge de las sombras una mano que te mete una colleja ¡ZAS! En todo el cogote. Reaccionas, y corres hacia la zona de donde ha salido el ataque, pero es tarde. Ves al ninja huir, como una comadreja por encima de la cama y saltando por la ventana para huir por la terraza. No sin antes mirarte, con una sonrisa triunfante, desde el alféizar y saludarte con la mano. ¡Maldito seas!


Kakashi Sensei, de la serie Naruto (captura de pantalla)



Estás todo concentrado en la cocina, cacharreando, y experimentando con la comida: "... y si hoy hago la carne asada con cerveza negra... ¡Mmmmm, carne a la Guiness!" Estás visualizando en tu cabeza y salivando, cual perro de Paulov, cuando de repente sientes un chorro helado de agua que te entra por el oído. 

¡TE VOY A MATAAAAARRR! 

Gritas sin, todavía, haber abierto los ojos. Mientras oyes una risotada que se canaliza por el ventanuco del baño y que se aleja de ti. 

¡TE VAS A CAGAAAAAARRR! 

Amenazas mientras sales a toda hostia de la cocina y, de camino ves algo que te puede servir de arma; agarras un tubo de cartón duro (de una alfombra que compraste hace unos días) de metro y medio que hay apoyado en una esquina de la entrada. Vas corriendo por el pasillo abriendo todas las puertas de las habitaciones, jurando en arameo. ¡Nada! Oyes al ninja, pero no lo ves. 

Te sientes como un vaquero en territorio comanche, donde no ves a nadie, pero sabes que te están vigilando. ¡Cuando te pille te voy a forrar a hostias, imbécil! Amenazas. De repente ves una sombra salir tras una puerta. ¡Te pillé! Y sales corriendo detrás de él mientras blandes, a modo de lanza, el tubo de cartón. 

El ninja, con su sentido arácnido súper desarrollado, o por que ya te conoce, se ha armado con un par de cojines para la defensa de tu arma de largo alcance. Duelo en el salón. Espartano versus Ninja, que ni sacado del programa "El Guerrero más Letal". El ninja es hábil, se parapeta tras su escudo y esquiva tus acometidas, mientras se descojona de ti. Tablas. 






El caso, es que estos repentinos ataques silenciosos, hacen que tus sentidos se te agudicen. Oyes cosas que antes no podías, tu sexto sentido adquiere el nivel de Super Guerrero, y empiezas a percibir sensaciones o cambios en las vibraciones telúricas cual zahorí, pero sin palo. 

Entonces un buen día te encuentras tranquilamente doblando camisetas en tu habitación. Y, sin saber el motivo, dejas de hacer la tarea y te paras a escuchar. Inclinas tu cabeza, como para dirigir tu oreja hacia donde crees haber "oído algo", y miras por el rabillo del ojo. Nada. Sacudes la cabeza y piensas "estoy fatal". 

Continúas con lo tuyo y al momento sientes esa perturbación del ambiente con más intensidad. Te yergues de un respingo, miras con ojos entornados a la puerta y te preparas... Nada de nuevo. Pero como sabes que hoy, el ninja ha estado poco activo, por lo que piensas: "blanco y en botella..." (malibú, jeje). Te acercas con sigilo y te asomas poco a poco por el marco de la puerta. Y de repente ves a un personaje congelado en medio del pasillo. 

¿A dónde ibas, lombriz asquerosa? Le preguntas con retintín.


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Él relaja la postura, pues ya se ha visto descubierto y te dice: al baño. ¿Al baño? (pues llévate esta, jajaja). Al baño... repites tú arrastrando las palabras. Pues es esa puerta que ya has pasado. El ninja gira sobre sí mismo y se va, como quien no quiere la cosa. 

Tú te quedas un rato asomado al umbral de la puerta, pues sabes que el ninja no se rinde tan fácilmente. Al rato él  se asoma a la puerta del pasillo y te ve allí, en la lontananza fulminándolo con la mirada. Se retira. 

Tú esperas unos minutos más. ¡JA-JA-JA! Dices en alto, para que te oiga desde el otro lado de la casa. Te he vencido, cerdo. Así que dios te libre de volver aquí por que te reviento. 

Por fin, ese día descansas. El ninja, ha encontrado la horma de su zapato. ¡¡¡MWAHAHAHA!!!

Yo en un grupo de ninjas sería "el ninja patoso", pues soy bastante torpe y tengo el sigilo de una manada de búfalos, pero a fuerza de vivir con uno, se desarrollan otras capacidades ninjiles interesantes, como el súper oido, la intuición, la visión periférica o la puntería con armas u objetos arrojadizos.

 Así que, aunque agotador, es de lo más útil y divertido vivir con un guerrero letal. 




lunes, 8 de abril de 2013


MI PRESENTACIÓN: por Amelie (colaboración)



Soy una persona que gracias a mi trabajo consigo recaudar miles de experiencias de la gente. La gente me revela todo, preocupaciones, alegrías, anécdotas, vivencias, recuerdos, cotilleos… Me centraré sin revelar nombres; en la presentación (para ir empezando) y más adelante os contaré mas cosas.

Para que cobre sentido esta mini historia, os contaré que trabajo en un pueblo; y ya sabéis que en esos sitios todo el mundo se conoce, o son amigos, vecinos, familia… Y si no te conocen, no tienen ningún reparo de preguntarte (a mí misma me ha pasado) haciéndote un interrogatorio, del cual quedas hasta las narices. Empiezan con: ¿Y luego tú de dónde vienes? ¿Vives aquí? ¿Vives Sola? ¿Estas casada? ¿Tienes hijos? Y en caso de negativa hacia si tienes hijos responden: aún eres muy joven. ¿Cuantos años tienes? Y así hasta que sin darte cuenta te lían y ya lo saben todo de ti….



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Una vez que ya averiguan eso, muchas de esas personas comienzan con el plan B: VIGILAR o ESPIAR. Después de días de investigación, te las vuelves a encontrar de sabe Dios donde (porque te asaltan), y ya saben que coche tienes, el color, la matricula, a que hora entras al trabajo, a que hora sales, si llegas tarde, temprano; si no vas a casa a comer lo saben porque ven el coche aparcado y pensarán:  la chavala se quedó a comer por aquí, no le dio tiempo ir  a casa… 

Te sientes famosa sin serlo, vas por la calle y todos te saludan, te preguntan ¿que tal? ¿como va todo? ¿hace frío? ¿te quedaste dormida? ¡Llegas tarde! Porque he visto pasar al jefe y eran las 10. En fin, mirarlo por el lado que queráis, por un lado es positivo, porque por lo menos sabes que esa gente esta “pendiente de ti”; pero por el otro… estas hasta los C**** de que te controlen.

Y es que queridos lector@s, ya seas o no nativo de un pueblo, estas cosas pasan inevitablemente. Esa gente está deseosa de tener anécdotas nuevas que contar y necesitan nuevas victimas con las que relacionarse. Si eso les hace un poco mas feliz…. 






domingo, 7 de abril de 2013


HANDS: DANIEL CRAIG



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jueves, 4 de abril de 2013

FRASES ANTOLÓGICAS (I)


Cuando vives en piso compartido y sales de fiesta, al llegar a casa (un pelín perjudicado, por no decir borracho como un piojo) siempre se producen situaciones pintorescas; o alguien dice  o hace algo que pasará a los anales de la historia. 

Recuerdo que un Halloween llegamos a casa Bruce Lee, Hommer y yo, y no pudimos dejar pasar la ocasión de grabarnos con los disfraces y los maquillajes. Pusimos una canción de David Guetta en uno de los ordenas, colocamos las cámara de fotos sobre la tele y nos pusimos a bailar como si no hubiese un mañana. ¡Menudo cuadro! Pero eso, queridos amigos, no es lo que me ocupa en este post.



Simplemente grandioso (www.kerisa.net)


Otra noche regresábamos a casa después de andar de rachín por Madrid. Yo, particularmente, siempre que llego de fiesta traigo un hambre atroz. Y lo primero que hago es asaltar la nevera o comerme las sobras de la cena, en caso de haberlas. Otra gente, es más de tomarse un vaso de leche, un bol de cereales o un cafelito. Esa noche habían sobrado lentejas del mediodía.

El caso es que esa noche llegamos a casa muertos de frío. Nos pusimos cómodos, en modo chandalero. Homer encendía la play para viciar un rato al "Call of Duty", Bruce Lee trasteaba  por la cocina haciendo café, y yo estaba en el baño desmaquillándome. 

- ¿Alguien va a tomar cafeeeeé ? - Grita Bruce Lee desde la cocina.
- Noooooo, graciaaaaas - Gritamos Homer y yo al unísono desde nuestros respectivos emplazamientos.

Y ahí quedó la cosa. Al rato salgo del baño, y mientras atravieso el salón camino de la cocina voy pensando en alto (cosa que hago involuntariamente y muy a menudo): pueeeeesss... no sé si hacerme un cola-cao o calentarme las lentejas... Oigo la risa estridente de Bruce Lee desde la cocina: ¡¡¡JAJAJAJA!!! 

- ¿EEEHHHH? - Digo yo. - ¿De que ríes tanto si estás ahí solo?
- ¿Pero tu te has oído?- Me pregunta despollado de la risa.
- ¿Ah? ¿Que lo he dicho en alto?
- Si, hija, si.
- Pues eso. Que no sé si calentarme las lentejas, ¿que tiene de raro? 
- Nada, nada. Pero es que pasar de querer un cola-cao a una lentejas... pues es un poco raro.
- Pueeeessss... ¡pues no! - le digo extrañada - Es que estoy helada y me apetece algo calentito.
- Claaaaaroooo. Y tu indecisión es entre leche caliente o un plato de lentejas. ¡Normal! - me dice Bruce Lee levantando los brazos al cielo y sin parar de reírse.

Tras el diálogo de besugos decidí calentarme las dichosas lentejas. Me siento en la mesa del comedor y me pongo a zampar. Mientras, Bruce Lee bebía su café sentado en el sofá,  Hommer viciaba a la play espatarrado en un puf a dos palmos de la tele. En estas, siento un silencio perturbador a mi alrededor. Levanto la vista del plato y veo al muy imbécil de Bruce Lee haciéndome una foto, mientras no paraba de descojonarse de risa. "Eres gilipollas", le digo mientras niego con la cabeza y rebaño mi plato con un trozo de pan. 

Mientras tomaba el café y se fumaba un piti, el tontopolla de turno, se dedicó a mandar la foto por whatssap a nuestros colegas, con los que no hacía ni media hora que acabábamos de estar. Paciencia... daaaame pacieeeeenciaaaa...



Al final accedí a posar para la posteridad


Finalmente, y tras las veces que Bruce Lee ha contado esta historia a otros amigos, para hacerme ver que sí que era rara aquella indecisión,  la frase de  "No sé si hacerme un cola-cao o calentarme las lentejas" pasó a la posteridad.