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lunes, 17 de febrero de 2014

EN PARO, AGAIN


Sonó el teléfono el lunes por la mañana y veo en la pantalla el nombre de mi coordinador "E.Club". Y el espíritu shakesperiano se apoderó de mi. En un momento me sentí como Hamlet pronunciando en el silencio de mi mente una frase atronadora: "Algo huele a podrido en Dinamarca..." ¡Y joder si olía! La peste era tal que llegaba desde los dominios del Rey Claudio, en el norte de Europa,  hasta donde yo estaba.

- En cuanto puedas pásate a firmar la carta de despido.- Así, sin anestesia. 






Gracias a  la fusión perfecta del ADN de mis padres, tengo bastante aplomo para encajar malas noticias y el espíritu Zen se apodera de mi en momentos de máxima tensión. 

- Muy bien, el martes me paso. Le digo.

Sabéis eso de "Después de la tormenta viene la calma". Pues en mi caso es al revés. Tras ese estado de nirvana en el que me he sumido automáticamente mientras oigo gilipolleces sobre los motivos de mi despido, va creciendo dentro de mi una ira capaz de desatar la galerna más peligrosa, y arrasar el mundo entero, que anula totalmente ese momento de autocontrol místico.

Así, a machete. Ni 15 días de preaviso, ni respetando el tiempo de mi contrato ni hostias en vinagre.


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Al llegar esa tarde a firmar mi carta de despido, le pedí explicaciones a mi jefe: 

- Tú dirás.
- Es que el spa no genera beneficios y...
- ¿Y te extraña? No lo publicitáis una mierda y no me dejáis hacer tratamientos. ¿Cómo coño va a generar nada?
- Ya, bueno... es que no te dejamos hacer tratamientos, por que si no el spa queda sin vigilancia.
- Mira P., un tratamiento como máximo es de 1 hora. No veo yo tan descabellada la idea. Además, los abonados que entran a disfrutar de los chorros, no necesitan un perro guardián. 

(pausa) 

Él se encoje de hombros, mientras se inclina para coger, de su maletín, mi carta de despido.

- Entonces -continúo mientras reúne los papales- esa infraestructura ¿la vais a tener ahí parada los fines de semana?
- No. Las chicas de recepción le echarán un ojo.

WHAAAAT? O_O  

 Perrrrrdona. A ver, a ver, a ver que yo me entere:

1. No puedo hacer tratamientos por que el spa queda sin vigilancia.
2. El spa sigue abierto sin que nadie lo vigile.
3. Lo van a atender las chicas de recepción (que tiene que atender su puesto de trabajo y no tienen cualificación para ello) 

Aham, muy coherente todo. No me cuentes más milongas. En fin. Trae pacá esos papeles (antes de que te dé una patada en el pecho tipo Leónidas)

Le digo: acércame los documentos y les voy echando un ojo. Leo la carta de despido, y el motivo por el que me echan no me convencen. 

- P., esto que pone aquí... no estoy muy conforme con ello.
- Es que las cartas de despido son "tipo" y no se puede escribir una para cada caso individual.
- Voy a firmar, pero no me gusta. 

Me comenta que aún tenemos que firmar el acto de conciliación y blablabla... 

Yo desconecto ("Aburrirse en el momento adecuado es señal de inteligencia") y me pongo a dar vueltas a la cantidad de incongruencias que me ha dicho; y si en que todos los problemas del club se arreglan echándome a la puta calle sin cumplir mi contrato "todos nos hemos tenido que rebajar el sueldo", me dice. Uuuuuyyyy, que pena, en lugar de 2000 pavos por hacer mal vuestro trabajo (porque, ya no el spa, el club no lo conoce ni Perry), cobraréis 100 euros menos, ¡DIOS! Eso es digno de la tragedia griega más chunga de todos los tiempos. Aunque pensándolo en modo hijoputismo ON, creo que mi sueldo os lo repartiréis entre vosotros.


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Ya han pasado unos días de andar de aquí para allá con el papeleo que supone estar, de nuevo, en paro. Pero lo jodido es que también tengo que hacerme cargo del papeleo de la conciliación, y tengo que andar a salto de mata, cogiendo buses, trenes y metros para ir de un sitio a otro. Pues hay cosas que se tramitan en Madrid centro, otras en tu localidad y toda la puta biblia en verso. 

Todavía no sé si mi jefe aceptará la cantidad que yo le pido en la conciliación (que no es, ni más ni menos, la que me corresponde). Porque, a todo esto, las vacaciones me las habían calculado mal. De menos, en mi perjuicio, of course. Ah! Y se ha olvidado de poner un sello en un documento. Por lo que perder media mañana en el INEM (con cita previa, no sé para qué, la verdad), después de volver corriendo de los juzgados de Madrid, ha caído en saco roto. Y ya ha colmado mi paciencia y mi educación. Así que yo me cisco en tó cristo.

Así que de momento no he sacado nada de provecho estos días excepto que estoy en paro, otra vez y todo el papeleo lo tengo que solventar yo. Aunque sí he sacado algo en limpio: que a parte de puta, pongo la cama.