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lunes, 16 de diciembre de 2013

LENCERÍA CON RELLENO PARA PETARLO


Bueno, bueno, bueno... esto es lo más. Primero fueron las medias que comprimían el vientre, para poder llevar vestido ajustados y no ir marcando lorza, luego el push-up para tener las tetas de Pamela Anderson por 40 euros, y ahora los pantis con relleno en la zona del culo. Pero no para que te hagan el tuyo mejor o contorneado de una manera bonita, si no, que tengas un pandero con volumen, o simplemente que tengas. OMG!

A ver, hay inventos como este, que pueden ayudar a la humanidad a mejorar su aspecto sin tener que pasar por un quirófano. Hasta aquí todo correcto, pues no todas quieren o pueden pasar por una operación, para corregir o tunear alguna parte de su anatomía. Y me parece fabuloso.





Hasta aquí la info general. Ahora les voy a contar un cuento:

Eráse una vez una chica que tenía un culito redondo y respingón. Pero que nació en una época equivocada. 
Eran los años 90 cuando lo petaban modelos como Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Linda Evangelista, Kate Moss... las que acuñaron el sello "Top Model". En esta época lo que lo petaba era no tener curvas, ser un palo de escoba; empezaba a surgir el rollo andrógino en las pasarelas (bueno, decir que todo fue culpa de la modelo Twiggi, allá por los 60, pero eso es otra historia), que al fin y al cabo, queramos o no, son las que mandan sobre la moda y tendencias.

En esta época empezaron a surgir muchos casos de anorexia y bulimia, sin conocerse casi nada sobre estas enfermedades. Las tallas de ropa de marcas, como la todopoderosa Inditex, empezaron a disminuir sus dimensiones, pero dejando su numeración intacta porque, simple y llanamente, no querían que la gente gorda se pusiese su ropa... tener una 44 REAL (talla que no suelen tener este tipo de tiendas, pues ya casi se considera "talla grande", que manda huevos) es ser gorda según esta peña... ya...Vamos a ver, tan sólo con que midas más de 1,70 necesitas esa talla o una superior, sólo por longitud de tus extremidades y talle.

Imaginen la odisea de nuestra prota en esta época. Un chica de 168 cm. con un físico totalmente normal, pero opuesto a la moda de la época. A ella nunca le molestó ser así (si tal, le hubiera gustado tener piernas más largas para que pareciesen más estilizadas, pero nada más), pero algo tan sencillo como comprarse un pantalón se convertía en puto infierno: recorrer todas las tiendas en busca de un simple vaquero, ponía a nuestra prota de un humor tipo Hulk. Y finalmente tenía que rendirse y comprar una talla más, para que hubiese tela suficiente para cubrir las posaderas, pero que luego había que arreglar en la cintura, pues le sobraban centímetros. Esto dice mucho de la inutilidad de los patronistas.



Y ahora tener culo es lo más. ¡JODER! Menudo descubrimiento. Pues claro que es lo más, coño. Aunque durante años nos hayan vendido otra cosa. Un culo bien puesto siempre hace que cualquier prenda siente mejor. Perdonen mujeres que tiene el culo plano, pero esto es un hecho. Y si no me creen a mi, porque piensan que yo defiendo lo mío, a la pruebas me remito: PANTIS Y ROPA INTERIOR CON RELLENO.

Malditos bastardos. Toda la puta vida luchando por no tener la anatomía que a las locazas de los diseñadores se les antojaba (piensen en la evolución: modelos femeninas sin curvas, sin pecho, con mandíbulas cuadradas = hombres), entrando tienda tras tienda para encontrar un sencillo pantalón. Y ahora si no tienes un culito prominente y respingón no eres nadie. Es que me agota toda esta mierda. ¡Que pare el mundo que me quiero bajar!


Mónica Belucci
El caso es que continúa existiendo una incongruencia en todo esto. Hace unos años lo vienen petando tías con curvas, y sobre todo con culazo: Beyoncé, J. Lo, Sofía Vergara, Shakira, Mónica Belucci (de mayor quiero ser así)... Me parece genial. No sólo por que han vuelto las curvas, si no por que esto debería traer, de nuevo, la ropa para este tipo de mujeres que marcan la tendencia de ese momento. La contradicción la sigo notando en la ropa. Pero coño, vamos a ver: si tener culo está de moda, porqué no hacen la ropa acorde con esto. No lo entiendo.

Es más, ya no es hacer ropa acorde con una anatomía concreta, es tan simple como hacer la ropa bien, joder. Pero eso es otra historia.

Por un lado está bien esto de que se haya puesto de moda los culos prominentes, por que las que tenemos uno somos la envidia de las que no. Pero por otro, y esto va por el sector masculino, es algo negativo, por que ahora, a parte de relleno, pectoral, también deberán sospechar de que la morlaca de turno, lleve también relleno de glúteo. 

Está bien tener ayuda extra para lucir mejor, pero también deberán confeccionar ropa acorde con la silueta que pretenden que consigamos con estos chipirifláuticos inventos. Porque cuando cualquier chica que se compre estos pantis mágicos, y pretenda meterse en un pantalón de Zara o en una minifalda de Bershka, se van a cagar en todo y van a ziscarse en todo el santoral cristiano, porque en esos anuncios tan bonitos, con esas modelos de piernas infinitas y vientre plano, no les cuentan que tener culazo no es fácil. 

Así que desde aquí ya les aviso: tendrán un culo 10, pero se volverán locas para encontrar algo con que cubrirlo para lucirlo.

































sábado, 14 de diciembre de 2013

SUJETADORES A MI...


Estando yo toda espanzurrada en el sofá viendo la caja de trovadores con el modo ameba activado, no hice el gran esfuerzo físico de pillar el mando y cambiar de canal  en la publi. En esto, un anuncio de ropa interior: sale un chica guapísima, con unos ojazos increíbles, una melena de diosa y pone cara de cara de “si estuviera más cómoda moriría”. Y el slogan final es: “Sujetador si aros. Itimissimi”. Y yo me quedo con cara de ladrillo.

AH! Sujetador sin aros, lo último en moda íntima y cómoda… ya… ¿y qué más? Y lo venden ahora como la panacea universal… me congratulo de oír tal cosa. Y lo anuncian como si hubiesen inventado la pólvora mojada en vinagre… psss. Me cabreo un bastante  y me pongo a escribir este post.




Yo, particularmente, me he pasado media vida dando vueltas por las tiendas de ropa interior buscando este tipo de sujetador. Primero: porque son más cómodos (sin llegar a ser un top deportivo); y segundo: porque me sientan (y sientan) mejor y hacen un pecho más bonito, digan lo que digan, si no, no pondrían a ese pivón  para venderlo: “cómoda y sepsi: usa sujetador sin aros”.

El caso es que cuando me tocó la edad de tener que usar este insufrible artilugio de Satanás, sólo había dos opciones: top de niña sin formas ni nada, o sujetadores con aros, que son el súmmum de la comodidad (nótese la ironía). Los sujetadores con aros, use  quien los use, te dirán lo mismo: se clavan en el lateral del pecho, no sujetan como deberían, no cubren lo que tiene que cubrir, pican porque llevan puntillas, encajes, y mierdas varias; los tirantes se caen, no hace un pecho bonito (separa mucho ambos y queda muy feo) y lo más importante: no son para todo el mundo, aunque se empeñen en que así sea.

Así que yo, y supongo que más como yo, nos teníamos que joder,  pues, al menos yo me negaba a ponerme ese elemento de tortura, y tenía que usar sujetadores deportivos, porque no había otra cosa. Y era una jodienda, porque no toda la ropa la podías poner con un sujetador de espalda olímpica.

Y  ahora estos de Intimissimi vienen con este anuncio como si hubiesen encontrado el Santo Grial de la corsetería… amosss, amosss, no me jodan señores. Toda la vida aguantando caras de culo torcido al entrar en tiendas del estilo Woman Secret, Oysho… y preguntando a la dependienta: ¿tenéis sujetadores sin aros? Y su respuesta era: NO. Sólo hay ESTE, pero es para niña, y sólo hay en talla pequeña, porque claro no tiene forma, blablabla; y ahora me salen ustedes con este anuncio: NUEVO SUJETADOR SIN AROS, EL CONFORT Y LA SENSUALIDAD EN UNA PRENDA. Ahora…ahora ya es tarde, cabrones…




Con el tiempo, poco a poco, fueron apareciendo algunos modelos más sin aros, pero eran siempre los básicos: blanco, negro y nude (como se dice ahora, que es el color mierda de toda la vida).  Bueno, algo es algo, pensabas. Pero veías lo que había por el resto de la tienda y te cabreabas como un mono: colores, estampados, con dibujitos de Garfield o Mafalda, para escote en pico, para escote palabra de honor… y tú con tu básico para todo, ¡cagüentodo!

Al pasar los años, y quitarse la tontería de encima (lo digo por lo de llevar sujetadores con puntillitas que, supuestamente, les gustaban a los chicos, y tal), muchas amigas vinieron a darme la razón: me he comprado uno sin aros, y estoy la mar de contenta. Me hace un pecho más bonito, me sujeta mejor, no se me escapan ni por arriba ni por abajo, los tirantes no se caen, no tengo q estar todo el rato colocándomelas, ni recolocando el sujetador. Ya, ya, decía en mi cabeza mientras asentía. Y  luego era yo la rarita. En fin… menos mal que no me ofendo por nimiedades, que si no…

Pues lo dicho. Que me ha parecido fatal que vengan ahora estos notas vendiendo sujetadores sin aros como el elixir de la eterna juventud, para hacernos nuestra vida más cómoda y feliz; cuando es una prenda que ya existía hacía años, pero como la usábamos una inmensa minoría no interesaba ese mercado. Cosa errónea ya ven, pues cada vez han sido más las que han descubierto la comodidad de esta prenda.

Tras este momentáneo cabreo, me sereno y mi Gollum interior ve el lado bueno del tema y piensa : ¿Qué podemos sacar de esto? Pues que como ahora será “lo más”, como lo fue en su momento el “Wonderbra”, habrá miles de modelos, de colores, con lentejuelas para ir de fiesta, con tirantes que se pueden cruzar, calendario, GPS, antichoques, sumergible…  y yo estaré allí para aprovechar la coyuntura, MWAH-AH-AH!







miércoles, 11 de diciembre de 2013

ODIO LA NAVIDAD

Pues eso.  Que odio la navidad. Esos días en que hay que ser bueno, hay que amar al prójimo, hay que ser amable, desear cosas buenas a tus semejantes y tonterías varias, porque sí. Pero el resto del año tienes carta blanca para ser un auténtico hijo de la gran puta. 

No lo entiendo. Llamadme zote, lerda, cortita, pero no entiendo esta regla de tres. Todo el año siendo un jodido cabronazo, o una maldita arpía, y cuando llega diciembre empiezas a digievolucionar, para convertirte en Rainbow Brite y cabalgar  sobre el arco iris a lomos de tu blanco corcel ...

Pues una cosa le digo a todos los que cumplen con eso protocolos socialmente impuestos en estas fechas: puede que odie la navidad tanto o más que el Grinch, pero soy mejor persona que muchos de ustedes. ¿Qué porqué? Muy fácil.  Porque yo hago, siento y deseo todas esas cosas  buenas TODOS LOS PUTOS DÍAS DEL AÑO, no sólo en navidad. Yo quiero a mi familia y amigos los 365 días (y en bisiestos también). Los llamo en cualquier momento para hablar por hablar un rato; los beso o abrazo porque me sale del ciruelo; les regalo cosas por que sí, por que encontré algo y me dije “le va a encantar”, no porque me lo diga el Corte Inglés; siempre tengo buenos deseos  para ellos… Los quiero siempre, y se lo demuestro siempre, no sólo unos días al año.

 “¡Feliz navidad!” te dice un vecino todo sonriente, y tú te quedas con cara de vaca mirando un tren, porque es el mismo vecino que nunca te saluda ni en el portal del edificio, y cuando te ve por la calle cruza a la otra acera. Tú a mi no me desees nada, cabrón…valiente hipócrita.

Grandes Bud Spencer y Terence Hill
“¡Feliz Año!” Te grita una antigua compañera del instituto, que en tu vida te ha dirigido ni media palabra, desde una mesa al fondo de una cafetería cuando te ve entrar por la puerta. Se levanta, te da dos besos y se pone a parlotear de alguna gilipollez que consigo ignorar al sumirme en mis pensamientos, en los que me veo a mi misma dándole un sopapo con la mano abierta, en modo Bud Spencer, para que se calle.  Sigo mirando como mueve su boca mientras me centro en una telaraña que hay en una esquina del local mientras tarareo mentalmente alguna canción de dibujos animados (los guardianes del uuuuniveeeeerso, al triunfar el maaaal, sin dudarlo salen a combatir por un mundo ideal, caaaaaaballeros del zodiaaaaaaa-co naino naino naino) mientras ella sigue rajando, de vete a saber qué, hasta que por fin se calla, y sonríe. Sonrío y le digo: “igualmente” 

Me voy, aún canturreando en mi cabeza “caaaaaaballeros del zodia-aa-co…”  hasta que llego a mi mesa y me preguntan mis amigas: ¿quién era esa petarda? Pssss, una pringada del instituto, que desde que se fue a estudiar a Londres se cree chupi guay, moderna-gafapasta, pero sigue siendo la misma pringaílla insoportable de siempre, y hoy ha decidido ser la más guay de los guays y venir a darme la tabarra con su "feliz año"... en fin…

Es imposible andar por las calles sin que te entren instintos asesinos con tanto villancico taladrando tu cerebro sin parar, con esas vocecillas de niños repelentes, poniendo a prueba tu paciencia y tu cordura. No puedes ir a tu cafetería favorita de siempre, por que está a reventar de gente, y piensas ¿de dónde coño ha salido toda esta peña? ¿Pero vive tanta gente en este pueblo? ¿En qué caverna se esconden el resto del año? Y tú que vas todos los día a ese sitio, llueva, nieve, truene, haga calor, porque te tratan bien, el café te lo ponen como a ti te gusta y siempre cruzas algún chascarrillo con el camarero, te tienes que joder e ir a otra cafetería que, después de 5 minutos allí, decides poner en tu lista negra porque no te gusta nada, donde el café es como agua de lavarse los pies y el camarero es un borde de mierda que huele a sudor (ahora comprendes el motivo de haber encontrado sitio ahí...) Y todo esto porque es navidad y la gente de los cojones ha salido a impregnarse del espíritu navideño… Si realmente hay un espíritu de algún tipo del que impregnarse, seguro que también pilla cobertura en tu puta casa.

Eres cliente habitual de la tienda X, una papelería, por ejemplo, entras a comprar un sencillo lápiz y ¡no hay! ¿QUEEEEEEE? ¿Pero qué coño…? Todo arrasado, como si Atila hubiese pasado por allí (varias veces, ida y vuelta). Vas a la tienda de al lado, y lo mismo. Te quedas en medio de un pasillo revisando por enésima vez las estantería a ver si por casualidad ha quedado alguno, aunque esté sin punta, y te ves a ti mismo como Charlton Heston al final de la peli del planeta de los simios gritando ¡NOOOOOOO! ¡MALDITOS SEAIS!

Stephen Boyd como Mesala
Estás en casa tranquilo, y sale tu madre de la cocina y anuncia: “se me ha acabado la harina” Tú la miras con ojos entornados, retándola, en modo: estoy-en-zapatillas-no-pienso-salir. Miras a tu padre buscando auxilio, él te mira a ti, y pone cara de “están hablando contigo” y vuelve la vista a la tele donde, por supuesto, estarán dando una peli de John Wayne. Y cuando te das cuenta estás refunfuñando en el ascensor con el monedero en la mano, sabiendo que no sólo vas a traer harina...  


Andas por los pasillos del supermercado, en modo walking dead,  buscando la condenada harina, y lo único que ves son madres locas empujando carritos rebosantes de guirnaldas y adornos  navideños embistiendo, cual malvado Mesala al sosaina de Ben Hur, a otras madres tan atolondradas como ellas. Detrás van los maridos, con cara de jabalí cabreado tironenado del brazo del hijo, que va llorando a grito pelado porque no le compran no sé que hostia… 

Finalmente encuentras la harina de los cojones, pero claro, no hay  la marca que usa tu madre. Suspiras. Coges el móvil y la llamas. Ella te mete 4 gritos, porque está estresada con la cena de nochebuena, te llama inútil, borrica, y te acaba colgando después de decirte que  cojas una cualquiera. Miras. Decides. ¡Esta! Que tiene un dibujo de un sol feliz (tiene un sol sonriendo, ¿qué puede fallar?)

 Llegas, por fin, a la caja, con tu paquete de harina, una botella de aceite y una bayeta súper absorbente y ¡HORROR! Una cola de aquí a pasado mañana, (¡mierdamierdamierda! ¡mecagoenlaputadebastos! ¡joder!) Y claro, como es navidad, y todo el mundo anda con el tiempo pegado al culo para ir a hacer al cena, o para ir a cenar a casa de la abuela; te ven con tus 3 tristes productos y hacen como que no te han visto (¡¡¡yo os maldigo hasta el fin de los días!!! ¡¡¡MWAHAHHA!!!) Te apostas en la cola y te empiezas a aburrir.TIC TAC TIC TAC… Y cuando te das cuenta vas por la letra “J”, ¿animal por J?, ¿animal por J…? ¡Jirafa! Por fin te toca. Pagas y te vas. Mientras en el ascensor topas con tu vecino, el "simpático-only-for-christmas"… y sigues a tu bola: con la K, kiwi; con la L, león…

Por fin llegas a casa. Dejas la bolsa sobre la mesa de la cocina. Bronca. ¡No dejes eso ahí que necesito sitio para las bandejas de los turrones! ¡Trae la harina! Se las das. ¡Pero qué mierda es esta! ¡Esta hace grumos! Ahora la bechamel no va a quedar bien ya verás que desastre… y dejas a tu madre despotricando de lo torpe que eres, que sólo vales para incordiar y mil cosas tan bonitas como esa. 

Esas cosas “bellas” que sólo la “bella” navidad es capaz de arrancar de las entrañas de la persona que más  te quiere del mundo y que se dejaría matar por ti, pero que hoy, para ella, sólo eres el patán “namber guan”,