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miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA GENTE SACA LO PEOR DE UNO, AL MENOS DE MI


Esto que os relataré a continuación me resulta harto curioso en el comportamiento del ser humano. No sé qué coño le pasa a la gente en general, pero mientras vas por la vida como tus padres te han enseñado: con educación, con buenas maneras, diciendo perdón y gracias... la peña se te sube a las barbas: te contestan mal, te vacilan, te empujan, te avasallan... en resumen: te faltan al respeto. Respeto que, por supuesto, tú has tenido para con ellos aunque hubieran sido unos putos energúmenos contigo.

El tema es que hoy por algo que me pasó en el tren camino Madrid me hizo recordar una anécdota que me pasó hace tiempo, en el metro:

Cogí la Línea 3 en Plaza de España para ir a clase. Y como no, íbamos hacinados, cual sardinas en lata. Hacía un calor de mil demonios, por lo que llevaba el abrigo en la mano, y en ésa misma, mi carpeta petada de apuntes. En la otra llevaba el bolso y me agarraba a uno de los asideros cercanos a las puertas. En estas noto que me dan un toquecito en la espalda, miro de reojo (porque ni girarme podía de lo aplastada que iba), y veo a una señora mal encarada que me dice:

- Puedes recogerte el pelo, es que me está molestando. (según ella le estaba dando en la cara)

Yo me quedé un poco estupefacta con la petición. Respiré hondo para no contestarle una bordería, y le dije con un tono amable y suave:

- Disculpe, pero como ve, no puedo. Llevo las manos ocupadas.

Ella bufó, y volvió a la carga.

- Es que no se puede ir con el pelo suelto en el metro molestando a los demás. Yo cuando voy en metro me lo recojo.

Respiro hondo de nuevo, la miro de soslayo y veo que lleva su puta pelambrera de estropajo suelta en modo Diana Ross. Me digo: "No la líes. Le prometiste ayer a Nati que hoy llegarías de buen humor a clase."

- Mire señora (y le hago un gesto con la cabeza), yo estoy igual que usted y ¿me ha oído quejarme? 

Resulta que delante de mí iba una chica un poco más alta que yo, con el pelo rizo y suelto, que también me daba en la cara.

- Es que con esas melenas...

Y ya no la dejé terminar. Me giré en modo bulldozer, arramplando a todo ser que tenía alrededor y me puse cara a cara con la susodicha, y muy serenamente y con voz dulce le dije:

- Mire señora, es muy temprano y no tengo ganas de discutir. Así que hágame el favor, y no me toque los cojones. - Esta última frase la dije en el mismo tono pero la acompañé de sonrisa psicópata. Debió de ser un situación muy cómica, pues todos los allí congregados se partieron el pecho.

La mujer siguió rumiando por lo bajini. Hasta que la fulminé con la mirada, retándole a que dijese un puta palabra más. Ya no hubo más que decir.

En esto, se abren las puertas y un hombre le dice a la impresentable esta: ¿va a salir? A lo que la mujer respondió con un sí rotundo e indignado, como queriendo decir: "claro que me bajo, aunque esta no sea mi parada, por que me han insultado mucho, mucho (jopetas)"

El resto de pasajeros continuamos trayecto en paz y armonía.

Al llegar a clase le cuento a mi compañera, que esa mañana había salido very-happy-flower-power de mi casa, siguiendo su consejo, de no ir encabronada ya desde por la mañana. A lo que le dije que aguanté todo lo humanamente posible a semejante gilipollas. Y ella se partía con la historia. - Yo le doy una hostia por subnormal - me dice. Ganas no me faltaron, créeme. 

Esta historia me hizo pensar, de nuevo, que mientras eres educado o hablas cortesmente, la peña se te sube a la chepa; pero en cuanto decides perder la educación y ponerte brava es cuando la gente reacciona de la manera que deberían haberlo hecho desde un principio. Es curioso.

A parte de curioso, me resulta molesto, pues es bastante fastidioso tener que perder las maneras o la educación para conseguir algo, cuando no es tu proceder habitual el ser un puto maleducado. 

Desde aquí le digo a tod@s es@s mamarrach@s que andan sueltos por el mundo, esos que no tienen  pizca de educación y que se comportan como mandriles en celo, que un día inesperado se van a encontrar con la horma de su zapato y les van a hacer un "¡ZAS! En toda la boca", en sentido figurado y en el propio sentido de la frase. 

Ya lo saben. Están avisados: el karma es implacable, y es muy hijo de puta. 



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1 comentario:

  1. :-)
    Sí! Me encanta! Estas cosas hay que dejarlas en manos del karma pa evitar piedras en el riñón...
    Todavía me estoy riendo con tu docena de topicazos sobre los gallegos. Grande!!

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