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martes, 5 de agosto de 2014

CORRER, VACACIONES E INVADIR POLONIA



Sí, queridos amigos, he estado de vacaciones. De ahí mi prolongada ausencia en el blog. 





Y puede que algunos se pregunten: ¿vacaciones? ¿vacaciones de qué? Si no estabas currando. Pues sí, vacaciones de no hacer absolutamente nada, excepto pasear, playa, terrazas, dormir hasta las mil y no pensar en nada. Y dejo esto último para explicar el por qué de esta afirmación: estar en paro es agotador. 

Sí, sí, como lo leen, a-go-ta-dor. Cuando uno tiene trabajo y lleva una casa, claro que está agotado y deseando que llegue el finde para "descansar" (de aquella manera) y las vacaciones para desconectar. Pero en esa rutina no existe la eterna pregunta "¿Y mañana qué?" Pues el que tiene un trabajo, su mañana es volver a la rutina y monotonía diaria, ellos saben qué les depara el mañana, aunque sea una puta mierda. Esta pregunta "mañana qué" es la constante que ronda por la cabeza de un parado día y noche. Le das vueltas a todo pues no sabes si podrás tener un mañana. Buscas alternativas que se te hayan podido pasar anteriormente para encontrar un trabajo, piensas qué hacer si en un breve período no te sale nada: ¿Me vuelvo con mis padres? ¿Me voy del país? Piensas en cómo abarcar más terreno a la hora de echar currículums y si hay algo que todavía no hayas hecho... y así todo el puto día, mientras cocinas, mientras estás con los amigos (pues piensas en que pronto no tendrás ni para tomarte otro café con ellos); mientras paseas (pues sale gratis); mientras intentas conciliar el sueño... Y aquí entra el por qué del título de este post:

Para la gente que nos hemos dedicado al deporte del atletismo desde niños, correr es necesario en nuestro día a día, bien sea por estar en forma, por no perder esa forma, por que sigues compitiendo o, en mi caso, para desconectar. Desconectar de ese maldito "y mañana qué". Esas voces que martillean constantemente tu cerebro, que no te dejan descansar por la noche, que se acaban por convertir en tus demonios interiores (dudas, preguntas, pérdida de tu férrea confianza en ti mismo...) yo consigo que se callen cuando salgo a correr. Suelo correr sola, aunque la compañía siempre es bien recibida, pero prefiero hacerlo en solitario, pues es mi momento, mi remanso de paz, mi descanso. 

Cuando corres, eres tú contra los elementos - sol, lluvia, viento - contra las limitaciones físicas -cansancio, dolores, lesiones - pero ahí estás, concentrado en tu respiración, en tu zancada, vigilando el terreno que pisas; y contra ti mismo, pues tu cerebro te dice que tus músculos están al límite, y que debes parar, pero el lado donde reside la fuerza de voluntad te dice: aguanta un poco más. Y lo haces. Tus pulmones te queman, tus piernas flaquean, tus brazos se agarrotan, pero sigues zancada tras zancada. Te concentras en tu respiración, en el sonido de tus zapatillas sobre el terreno, en tu cabeza ahora sólo hay silencio y eso es brutalmente liberador... No hay más que el aquí y el ahora, todo lo demás no importa, desaparece en un pacífico y agónico silencio. No importa tu ropa, ni tu edad, ni tus títulos, ni tu experiencia; da igual quien seas o quien quieren que seas; no hay normas, no hay protocolos... Eres poderoso, y todo lo controlas tú. Te sientes fuerte por que sigues adelante, y recuerdas, con una sonrisa en la cara, a Jean Reno en la peli de Los Vistantes, y el lema de Sire Godofredo: ¡QUE ME MUERA SI FLAQUEO! En ese momento estás solo contigo mismo, eres tú en pura esencia. Eres tú, y eres libre. 

Y eso es lo que hago cuando no estoy de parásito en casa de alguno de mis amigos, grandes samaritanos. Unos construyen maquetas, otros hacen punto de cruz, yo salgo a correr y vosotros deberíais probarlo.



adventureblog.nationalgeographic.com

Las vacaciones las he pasado pululando por ahí y por allá, visitando a mis queridos amigos de Barcelona que me llevaron a visitar Tarragona, y a Port Aventura. He de decir que no me gustan una mierda los parques de atracciones, pero al que le gusten, éste no deben perdérselo. A mi lo de estar una hora y pico haciendo cola, aguantando las gilipolleces de la peña, que la tienes subida a tu chepa, oliendo su sobaquillo,  para luego disfrutar 40 segundos en la atracción, como que me parece de género absurdo y una tocadura de pelotas del quince. 

¡Ah! Bueno, bueno, que casi se me olvida contarles una anécdota que nos pasó haciendo cola de más de 1 hora en el Shambala. Resulta que esperar cola más de 5 minutos, donde sea, puede aburrirte hasta el infinito y más allá, por lo que buscas maneras de matar el tiempo: hablas con tus colegas, os hacéis putadas, observáis al resto de congéneres y comentáis... pero en una de estas, mi descubrimiento fue como hallar el Santo Grial del gilipollismo humano: una pareja de hipsters, como no,  leyendo un libro juntos de García Márquez 


O_O 

¡¡¡¿¿PE-PE-PERO QUE COJONES ES ESTO??!!! 

Se lo comento a mis colegas y ya tuvimos cachondeo para la más de media hora de cola que nos quedaba. No muy lejos de estos mamarrachos, topamos con otra especia similar del Homo Mamarrachus, pero mucho más "in" para el nuevo siglo: un tontopolla leyendo un libro, pero esta vez en su tablet, auriculares en ristre y mochilote a la espalda, ignorando vilmente al grupito de amigos que lo acompañaban. En fin... tras este homérico shock, mi pensamiento sobre la extinción de la raza humana se confirma, o al menos, de los humanos gilipollas, cosa que deja una oportunidad a los que somos, más o menos, normalitos. Selección natural que le dicen.

Tras un día agotador de cultura arquitectónica tarraconense y las más de 7 horas en Port Aventura, arrivamos al cuartel general ubicado en el barrio de Fort Pienc, donde viven mis colegas. Caímos todos en coma sobre nuestros futones y al día siguiente nos dedicamos a terracear y zascandilear por las calles del barrio del Born, para terminar comiendo a horas indecentes en una pequeña pizzería ubicada en frente de la famosa catedral del mar. Y por la noche, tras una merecida siesta, salimos a cenar sushi. La vidorra padre.



Ayuntamiento de Tarragona 



Fachada principal de la Catedral



Vista desde la Villa del Pretor



Entrada al museo



Teatro Romano



Arco del Triunfo en el Eixample, Barcelona



Santa María del Mar











Una vez de vuelta a los mandriles, para una pequeño paréntesis disfrutando el fin de semana en la parcela de una amiga, comiendo carne a la barbacoa, bebiendo cerveza y refrescándonos en la piscina, antes de mi siguiente periplo, destino: Polonia. Tierras que siempre se deciden invadir primero cuando hay un conflicto en Europa, por que he decidido ir a investigar in situ el por qué, por lo que a mi vuelta ya les contaré.

Así que sin más me despido hasta una nueva entre de este grumete en tierras extrañas.






2 comentarios:

  1. Sólo los atletas podemos entender eso: la soledad del corredor de fondo.
    Gracias por tu aportación a mi blog.

    PD- habrá que ir pensando en hacer otra cena para ver a los compañeros que no pudieron venir a ésta última.

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