#b-navbar { height:0px; visibility:hidden; display:none }

miércoles, 10 de julio de 2013

INSTINTOS ASESINOS


Cuando tengo que ir a un sitio que me estresa mucho - que no es algo habitual, por que tengo una capacidad nivel Dios de ponerme en modo "/ignore" con todo lo que ocurre a mi alrededor - me llevo mi iPod (si, ese que resistió un lavado y un centrifugado) y pongo la selección de música clásica. Hasta ahí todo normal.

Ir a la compra me relaja, me da igual ir a tiendas pequeñas, fruterías de barrio, mercaditos, plazas de abastos, supermercados... pero ir al DIA de mi barrio me estresa, me irrita profundamente. ¿Por que? Pues no lo se. Pero es algo que me saca de mis casillas. 


www.doyookim.com


No se si es casualidad o coincidencia, de que allí confluyan los seres más obtusos, abyectos, cenutrios, ordinarios, voceras y túzaros de todo el puto barrio y alrededores: madres que gritan, niños que gimotean, abueletes justicieros, abuelas avasalladoras, adolescentes repelentes, cajeras verduleras, viejecitas que pagan todo con cobre, yonkis comprando sus yonkilatas de cerveza (que, sinceramente, son los que menos me incordian), señoras gordas que te empujan si o si al pasar por tu lado y, de paso, arrollan tu cesta de la compra, etc, etc, etc. 

Puede que en otros supermercados me pasase lo mismo, pero al tener más superficie, toda esta fauna anda más desperdigada y es más fácil resistirlos que si te vienen todos en manada.

Un día que hacía cola en este DIA, detrás de una chica (unos 25 años) que llevaba una compra por importe de unos 20 euros, pasó esto: 

- CAJERA: (ti-ti-ti) Son 21,75
- CHICA: ¡Ah! No me llega. Pues quítame la pizza.
- CAJERA: ¡JENNYYYYY UNA DEVOOOO! (ti-ti-ti) Son 17,30
- CHICA: Jijiji, aún no me llega. Quítame las palmeritas.
- CAJERA: ¡JENNNNYYYY UNA DEVOOOO! (ti-ti-ti) Son 16,50
- CHICA: Vaya... pues dejo la leche.
- CAJERA: ¡JENNYYYYYY OTRA DEVOOOO! (ti-ti-ti) Son 11,35
- ...

Y así, producto por producto - que no tuvo la lucidez de dejar varios productos a la vez, pues requería un esfuerzo intelectual de un nivel de mentes privilegiadas tipo Steven Hawking - hasta que llegó a 6 euros y pico, y pudo pagar e irse. Pero mujer... ¿Vas a comprar con 7 euros en la cartera y no sabes que todo eso que hay en la cesta supera esa cifra? Vamos, no me jodas... 

Pero tranquilos, no os lo relataré todo uno por uno por que acabaríais como yo: hasta los mismísimos cojones. 

Allí estaba yo de pie, aguantando estoicamente. Empezaba, ya, a sentir los espumarajos en la comisura de la boca, y como mi mandíbula se ponía más y más tensa. - Le voy a dar una hostia que la voy a espabilar de vez- pensé. El yonki que tenía detrás, con una bandeja de napolitanas, también empezaba a ponerse nervioso y a resoplar, mientras yo continuaba intentando aplacar mis instintos asesinos, y la ceporra de turno seguía dando por saco. ¡REDIOS! ¡Pero que patada en la boca tienen algunas personas!

El caso es que después de esta experiencia decidí llevar el iPod cada vez que tuviese que ir allí, por aquello de no tener que ir a la cárcel y tal. Ya sabéis, manías que tengo: no matar, no ir al trullo...

Hoy estaba allí toda ufana haciendo cola, con mis ingredientes para hacer una salsa de roquefort, ignorando a todo cristo; fundiendo mis pensamientos con las melodías de Vivaldi (ti-tí-tiriri-tititi...). Hasta que comenzó a sonar el Invierno: primer movimiento... 

Me entraron unas ganas de liarme a martillazos con el personal... 

Sólo os diré dos palabras: OLD BOY.



NOTA: Los duchos en cine oriental, y en particular del director korenao Park Chan-wook, lo entenderán, para los que no:





NOTA MENTAL PARA MI: 
Borrar del iPod Las Cuatro Estaciones

No hay comentarios:

Publicar un comentario